La vocación internacional del Festival de Almada: de Wilson a Juni Dahr

Liz Perales in El Cultural, 15 Julho 2019 notícia online

El próximo jueves 18 de julio finaliza la 36 edición del Festival de Teatro de Almada, ciudad de 170.000 almas del extrarradio de Lisboa, situada justamente en la orilla sur del Tajo y un insólito mirador desde el que avistar la capital lusa en el horizonte. Este festival, que nació de la mano de la Compañía del Teatro de Almada (CTA) con el apoyo del gobierno de este tradicional feudo de la izquierda, hace ya años que logró cruzar el Tajo y extenderse también a los teatros lisboetas y a otras ciudades cercanas. Dirigido por Rodrigo Francisco, hoy se ha erigido en el referente escénico del verano portugués. A continuación, lo que he visto el pasado fin de semana y lo que todavía aguarda.

Extranjeros

Dos producciones francesas han hecho pleno este pasado fin de semana: Isabelle Huppert actuó en el Centro Cultural de Belem de Lisboa con Mary Said What She Said (también programada los próximos 21 y 22 de julio en el Grec De Barcelona), artefacto escénico digno de estudio del teatro formalista de Bob Wilson; y la compañía dirigida por Phia Ménard, Non Nova, con Saison Sèche (Estación seca), producción de danza contemporánea a cargo de un conjunto exclusivamente femenino que, a vueltas con el tema de la sumisión de la mujer, lo desarrolla en escena de forma impactante y entretenida y donde el elemento plástico tiene el protagonismo.

Mary Said What She Said es un bello montaje de la factoría Wilson, que ha vuelto a unir a la gran actriz francesa con el director norteamericano en torno a una historia sobre el trágico destino de la reina María de Escocia. Funciona como un recitativo, escrito por el autor norteamericano Darryl Pinckne como un texto poético que se inspira en algunas de las cartas de la reina sobre las tramas políticas y personales más destacadas de su época; otro elemento importante es la música, original de Ludovico Einaudi. Concentra el depurado y perfeccionista teatro visual de Wilson, en el que importa más la estética y las sensaciones que provoca la pieza de arte que lo que se cuenta.

Huppert hace un trabajo muy complejo, acorde a las exigencias escénicas de Wilson. Declama el texto casi como una autómata, con una gestualidad muy contenida. Vestida con un traje de época elegante y con blanco maquillaje, al principio se mueve muy lentamente. A veces su voz se oye grabada, en otras ocasiones lanza el texto a velocidad vertiginosa, o todo lo contrario, se detiene y vocaliza lentamente, ríe de forma estridente, también hay series repetitivas que vuelven sobre lo dicho (otra constante en la obra de Wilson)… se diría que su voz actúa como un instrumento musical más de la composición de Einaudi, una voz pautada con los desplazamientos pausados y la gestualidad robótica que Huppert interpreta milimétricamente. Y todo integrado en una caja lumínica con los característicos cicloramas de Wilson cuyos cambios de color marcan los estados de ánimo del personaje de Huppert.

Respecto a Saison Sèche, se trata de un espectáculo estrenado el pasado año en Aviñón, dirigido por Phia Menard y con dramaturgia de Jean Luc Beaujault. Ménard trabaja en Nantes con su compañía en una línea de investigación centrada en la plástica escénica y en su combinación con el resto de los elementos teatrales. En este caso, se propuso abordar el tema de la sumisión femenina con un elenco de siete mujeres que si bien no dicen ni una palabra, se dejan literalmente la piel en el escenario.

El espectáculo atraviesa por diversos capítulos o fases, en los que un grupo de seres femeninos pasan del sometimiento a la toma de conciencia y el combate siguiendo una dramaturgia expuesta de forma hábil y ordenada. El capítulo que se refiere a la toma de conciencia es una estilización de los rituales de algunas tribus africanas; en él las danzantes, completamente desnudas, pintan sus órganos sexuales con colores, lo que funciona de manera formidable para resaltar su identidad y, a la vez, muestra el poder del maquillaje teatral empleado aquí como vestuario. Capítulo increíble es el del cambio de sexo de las bailarinas, cuando actúan como hombres, por el estudio de los movimientos masculinos y la precisión y el humor con la que los ejecutan. Un magnífico desenlace al más puro estilo furero, también con escenografía de Ménard, iluminación de Lais Foulc y bronco sonido de Fabrice Ilia Leroy, deja al espectador sorprendido y satisfecho de haber visto un excelente trabajo.

Producciones lusas

Respecto a las producciones lusas, destaca la presentada por la Compañía de Teatro de Almada (CTA), promotora del Festival, que ha estrenado el monólogo Se isto e um homem (Si esto es un hombreadaptación de la obra de Primo Levi dirigida y adaptada por Rogerio de Carvalho, un veterano director del teatro portugués de origen angoleño. Toda la labor recae en un único actor,  Claudio da Silva, que da vida a Primo Levi en el momento de contar su espeluznante experiencia en Auschwitz. En el texto de Levi, el autor cuenta el itinerario que siguió hasta llegar al campo de concentración, cómo era la vida en los Lager y cómo el azar decidió que fuera uno de los pocos supervivientes del campo; también reflexiona sobre el antisemitismo milenario, los métodos que empleó el nazismo para llegar y mantenerse en el poder y sobre otras cuestiones que todavía siguen abiertas.

Lo interesante de esta propuesta es el sobrio trabajo de Da Silva, que ofrece una descripción desapasionada de los hechos muy acorde con el pensamiento de Levi, un científico (era físico)  que a pesar del daño sufrido jamás tuvo impulsos de venganza hacia sus torturadores.

Lovers, del irlandés Brian Friel, también ha sido otra de las piezas estrenadas este pasado fin de semana. La historia de amor de una joven pareja de estudiantes que ven amenazados sus deseos por la presión social y religiosa de la sociedad que les rodea. Austera producción dirigida por Jorge Silva en la que lo más sobresaliente es la pareja de jóvenes actores que la sostiene: Carlos Malvarez y Raquel Oliveira.

Homenajes

Que una compañía de teatro sea la promotora hace de Almada un Festival singular. Siempre ha tenido vocación internacional, uno de los principios que siguió el director fundador Joaquim Benite, maestro y predecesor del actual. Pero si desde los inicios se erigió en ventana del teatro foráneo en Portugal, también ha sido un acicate para el teatro nacional, animando la producción propia y reconociendo a las figuras clave del teatro luso, como Carlos Avilez, el homenajeado en esta edición, director de escena y fundador del Teatro Experimental de Cascais, la compañía más antigua de Portugal. De él, esta edición ofrece dos exposiciones que han sido comisariadas y diseñadas por Jose Manuel Castanheira.

Atención a Juni Dahr

Una de las figuras que más expectación ha creado es Juni Dahr, actriz, directora y autora noruega, actúa a partir de hoy y hasta la clausura en la iglesia Seminario de Sao Paulo con Joana D’ArcDiscípula de Grotowski, regresa a Almada para ofrecer un trabajo adaptado al espacio, una performance sobre el personaje histórico a partir de texto escritos por la misma Juana de Arco. Asombró con una Hedda Gabler el año pasado y ahora la esperan con los brazos abiertos.

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